FRASE DEL MES

miércoles, 11 de noviembre de 2020

El trabajo post-pandemia.



La pandemia vino a ocultar la crisis capitalista, pues antes de la pandemia, se llevaban a cabo cientos de manifestaciones en contra de los gobiernos neoliberales, por la falta de trabajo, acceso a la salud, educación y la pauperización constante de muchas familias a nivel mundial. Sin embargo, con forme avanza la conformación de la “nueva normalidad”, dichas protestas, vuelven a resurgir, con mayor fuerza, y para muestra, esta el pueblo boliviano, que está logrando revertir el golpe de estado auspiciado por EE.UU. y sus sátrapas golpeadores. El avance de las privatizaciones de los servicios básicos y sectores estratégicos para el desarrollo de las naciones, es un hecho. Los imperialistas dicen que el “libre mercado” regula los precios, pero quienes vivimos la realidad, quienes no practicamos la especulación, sabemos que el mal llamado libre mercado no existe, pues no es libre, esta sujeto a intereses de particulares nacionales e internacionales. El trabajo no se queda atrás, tras la reforma laboral impulsada por el mal llamado “pacto por México”, celebrado en el 2012, se apuntalaron las leyes necesarias para erosionar y violar los logros de la clase trabajadora. Pues ahora se puede subcontratar, de esta manera se incrementa la brecha obrero-patronal, que diezma la capacidad de los y las trabajadoras, para poder luchar por sus derechos. Incluso fue mas allá, porque se crearon las condiciones para que los trabajadores “lucharan”, se enfrentaran por puestos de trabajo, aun recibiendo salarios por debajo de la ley. Convirtiendo el trabajo cotidiano en una carga pesada y mortificante. El ambiente laboral se volvió un campo de batalla de desconfianza, pues se perciben a los colegas como enemigos. Esto dio paso a los llamados emprendedores y triunfadores, que reciben un curso y financiamiento para poder poner en marcha su idea de negocio, sin embargo, lo que logró este tipo de programas, fue hacer que sectores micro empresariales compitieran por un mercado especifico. ¿Quién gana con este tipo de programan que enfrenta a individuos de la misma clase social? ¿No acaso somos los mismos humanos, son quienes debemos a poyar a otros humanos? El modelo imperialista impulsa los antivalores de nuestras sociedades, esto tiene que terminar, por no terminara solo, como sociedad debemos de apoyar el derrocamiento de ese modelo económico-político-social. El trabajo debe ser fuente de desarrollo humano, de creación de identidad y coadyuvador del tejido social. Darle el carácter de mercancía, profundizara mas la brecha de desigualdad existente en los países.



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