Un padre espiritual. Las ideas del teórico marxista, que fundó el Partido Comunista en Italia, orbitan en el pensamiento y el discurso podemista; tanto, que han conseguido convertirlo en 'trending topic', ponerlo de moda de nuevo a los 79 años de su muerte. Lo han hecho utilizando sus propias teorías, a través de los medios que fueron para el filósofo el instrumento de hegemonía cultural, de sometimiento a través del lenguaje, y hoy en día son la arena en la que se dirime el juego político. “Odio a los indiferentes -decía-. Hay que tomar partido”. Es inevitable no tomarlo.
Lo más sorprendente de un hombre que pasó sus últimos años en la cárcel -en 1926, Mussolini ordenó su encarcelamiento-, enfermo y vejado, fue su enorme capacidad para, aun entre rejas, confeccionar un corpus ideológico -'Cuadernos de la cárcel'- que vistiese al marxismo del siglo XX y al europeísmo, es decir, eurocomunismo. Dotó a hombres y mujeres de su condición de intelectuales, aunque no todo el mundo, dijo, pudiera dedicarse a ello, y declaró que para conquistar el poder político era necesaria una conquista cultural previa.
La obra de Gramsci consta de artículos periodísticos anteriores a su encarcelamiento y de una treintena de cuadernos de notas escritos en la cárcel (“Quaderni del carcere”). Las cartas escritas por Gramsci desde la cárcel fueron consideradas por Benedetto Croce como una nueva pieza clásica de la literatura italiana.
Gramsci propone un marxismo al que llama “filosofía de la práctica”. Ésta no es un pragmatismo, sino un modo de pensar que historiza los problemas teóricos al concebirlos siempre como problemas de cultura y de la vida global de la humanidad…
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